Mis palabras

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Dicen que «las palabras se las lleva el viento». Y sí, se las lleva. Son tan pasajeras como este instante. ¿Lo ves? Ya se ha ido. Mis palabras flotan en el aire y se destruyen al chocar contra tus oídos cual ola contra la roca. Palabras, muy poca cosa. Si en cambio las he escrito no desaparecen. Permanecen, al menos por un tiempo más. Hasta que el tiempo las devora en su vorágine. Habladas o escritas no dejan de ser sólo palabras, simples palabras. Poco y nada.

Para muchas personas las palabras valen menos que nada, para mí en cambio son un estilo de vida. Mis palabras son mi vínculo. Mis palabras son los barcos que zarpan desde el puerto de mi mente hacia el océano del mundo. Barcos cargados de añoranza, otros cargados de deseo. Barcos cargados de indolencia y desinterés, de distanciamiento. Barcos cargados de cortesía, de imaginación, de apoyo, de fuerza, de cariño. Algunos transportan despedidas, otros parten llenos de invitaciones. Todo depende de su destino, todo depende de que oídos los reciben. Pero todos transportan verdad, mi verdad. Pues le soy fiel a mis palabras porque me soy fiel a mí.

Algunas palabras nacen envueltas en fantasía. Producto de ideas surreales. La prole de una mente inquieta. Ciertas palabras nacen sin un motivo claro, sin un destino marcado para su existencia. Surgen sólo como el resultado aleatorio de un puerto que no deja de construir barcos. La mayoría de los cuales, nunca zarpan. Otras palabras en cambio nacen con claros propósitos. Nacen con la necesidad y el deseo de expresar una idea muy claramente.

También dicen que «una acción vale más que mil palabras». ¿Lo valen? Creo que sí. Pero unas y otras se complementan. Si las acciones se oponen a las palabras, éstas últimas se vuelven vacías, estériles, falsas. Y entonces pierden su identidad, pierden su sentido, pierden su verdad. Cuando acciones y palabras van de la mano, entonces las palabras cobran vida, se revisten de significado y fuerza. Las acciones son el hombre y las palabras su vestimenta. Las acciones son el rey y las palabras su séquito. Las palabras acompañan y dan trascendencia a sus acciones.

Cómo se utilicen está en manos de cada uno. Si se violan y corrompen o si se atesoran y sostienen. En mi vida he visto mucho de uno y poco de lo otro, como en tantas otras cosas. En cualquier caso yo sé lo que elijo para mí. Yo sé lo que mis palabras significan, lo que valen y con eso en mente decido a quién se las comparto.

Las palabras no son nada, sólo ondas invisibles en el aire, y sin embargo así de insignificantes son infinitamente valiosas. Bien utilizadas no hay nada que se les iguale. Tus palabras son capaces de mostrar quién eres. Tus palabras pueden ser tu alma y tu mente hechas sonidos y letras. Tus palabras pueden ser tu vida y tu verdad.

Palabras para contar historias, reales o imaginarias, quizás un poco de ambas. Para crear mundos y vidas que no están en verdad allí, excepto que las palabras les dan vida y entonces sí, de alguna mágica manera, existen. También palabras para mostrar sentimientos, aún si hay sentimientos a los que las palabras no les hacen justicia. Cómo olvidar el misterio de los sentimientos condensados en palabras! Palabras para arrullar a una mujer entre tus brazos y darle paz mientras poco a poco se va quedando dormida. Palabras para seducirla y despertar su deseo, para hacerla sentir tu beso en sus labios sin que ocurra. Palabras para tocarla y hacerla vibrar.

Por supuesto, igual hay palabras para el miedo y el dolor, palabras para la pérdida y el abatimiento, muy pocas o ninguna para el luto, porque ciertas cosas no se pueden expresar. Y su contraparte son las palabras de amor y valentía. Palabras para describir sueños, ideas de grandeza y alegría. Palabras para la satisfacción y la emoción, palabras para la calma, para la luz. Palabras para enamorarte viendo a la luna. Y también aquí las palabras se acaban y te quedan sólo la sonrisa indescriptible de un rostro, el brillo de un par de ojos, el palpitar de un corazón.

Palabras, hermoso medio etéreo. Palabras, esos misteriosos barcos incorpóreos que parten de tu mente y transportan dentro de sí tu esencia.

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