Una noche extraña

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Su habitación es como la de cualquier otra joven de su edad. Paredes color pastel, con otros contrastando y realzando la alegría del lugar. La cama al lado de una de las paredes, vestida al igual que el resto del lugar con colores femeninos y delicados. Decenas de peluches adornan el contorno de la almohada. Una delgada cortina se mueve delicadamente al lado de la ventana. Un tocador se apoya contra la pared opuesta a la cama, está lleno de peines, perfumes y pendientes. Un calendario que muesta pájaros cantando cuelga al lado de la puerta. El closet guarda recortes de sueños de infancia y mundos fantásticos que de vez en cuando la joven visita. La habitación delata a una joven y alegre mujer.

Entrada una noche ella dormía y el mundo alrededor de ella también. Las luces del día y las lámparas hace tiempo se habían apagado. Apenas algo del pálido brillo de la luna se filtraba por las ventanas de su cuarto y pintaba en tonos de gris todo aquello que durante el día parece arcoiris. En lo profundo de su descanso la joven se vio dentro de un sueño, en principio tan normal como es de esperar de cualquier sueño. Se encontraba en la universidad, rodeada de las personas que durante el día sabe reconocer, pero durante el sueño no puede estar tan segura. De pronto el lugar empieza a cambiar. Lo que parecía familiar lo sigue siendo, pero un toque bizarro e insidioso lo permea. Aquel lugar de pasillos, salones, pláticas y risas que tanto conoce se vuelve frío y peligroso. Un sentimiento de inminente fatalidad le embarga. La clase torna en circo diabólico. Levanta la mirada de su cuaderno y los pupitres alrededor se han alejado, el profesor se transforma ante sus ojos. Sus facciones se deforman, su rostro se alarga y su piel se rompe derramando sangre impura. Donde hubo mejillas quedan sólo oscuros hoyos, trozos de carne y piel brillando con la espesa sangre. Una joroba como una hoz crece del hombre mientras sus ropa se empapa de sangre y se desgarra. Sus ojos se derriten como si un soplete estuviera justo frente a ellos. Ella ve el globo ocular hervir un instante antes de explotar y esparcirse en todas direcciones alrededor de aquel rostro.

Lo que antes eran sus amigos son ahora sólo sombras, siluetas perfectamente negras deslizándose en pupitres fantasmas cada vez más lejos de ella. Todos la ven mientras se alejan, ojos diabólicos y rojos se despiden de ella mezclando burla y odio. Luego se alejan lo suficiente como para desaparecer y aterrada la joven vuelve su atención a lo único que queda alrededor, el ser grotesco frente a ella. Lo que surgió de su espalda se ha materializado ahora en una hoz inmensa y perversa en su promesa de dolor. Luego la joven nota que el asta que sostiene el filo tiene un par de bisagras. Entonces, repentinamente, la primera se dobla y al llegar a su límite el asta golpea con un fuerte estruendo que libera la segunda bisagra. La hoz baja violentamente desgarrando el aire inmóvil y fétido. El instrumento nació de la espalda de aquel ser maldito para luego caer alrededor de su cabeza infernal y empalarlo en el pecho. La bestia grita en agonía y la joven tiembla paralizada y sin voz. El monstruo muere ante la joven, ya no tiene ojos pero ella puede sentir el vacío de sus cuencas oculares viéndola y penetrando su alma antes de finalmente desplomarse de frente y empujar la hoz más profundo dentro de su maldita carne.

Entonces la joven despierta. Un pensamiento llega a su mente de inmediato, «Que sueño más extraño.» Respira un poco y trata de recuperar la calma, era sólo una extraña pesadilla después de todo. Pero luego de un momento otra idea la consume «Todavía estoy dormida!» Algo en su psique lo reveló. Algún profundo pozo de su mente que se resiste a perderse. Y tenía razón, en verdad seguía dormida. Su cuerpo reposando en esa tranquila cama de colores pastel. Estaba teniendo un sueño lúcido. Entonces dentro de sus sueños tuvo un pequeño contacto con la realidad «Inception» pensó. Una película real, una película que había visto y trataba justo sobre lo que estaba experimentando, un sueño dentro de otro sueño. Al descubrir la ilusión su mente la controló. La verdad se reveló ante ella y la verdad la liberó y ahora sí, despertó.

De vuelta su mente en su cuerpo reaccionó, se agitó y trató de controlar la ansiedad de lo que acababa de ocurrir. Por alguna razón nunca abrió los ojos. De cualquier modo, poco a poco se fue calmando. Y quedó acostada en su cama ahora con la seguridad de estar despierta. Fue entonces cuando, luego de un momento, pudo sentir a alguien sentándose al lado de sus piernas, en esa misma cama muy tangible y real en la que descansa todas las noches. El peso del cuerpo a su lado era evidente. La joven no se atrevía a abrir los ojos, nunca lo hizo. El ser que estaba sentado se acostó a su lado a lo largo de toda la cama. Entonces un espectral brazo la abrazó. Lo podía sentir sobre sí misma, era inconfundible. Un inmenso temor consumía su alma. Lágrimas se fugaban de sus ojos cerrados y corrían por su rostro hacia la almohada. La joven tomó el brazo en su mano y trató de apartarlo. Le resultó imposible moverlo. Entonces entrelazó su mano con la mano espectral, dedos vivos entre dedos fantasmas. Otra vez intentó moverlo sin resultado. De pronto sintió algo áspero sobre sus mejillas. La barba de un ser surreal le rozaba su rostro. Rezó a su dios. Al dios de su padre y de su madre. Rezó por horas o quizá minutos, el tiempo no tenía sentido. Rezó mientras sentía todo esto aterrada, sin nunca atreverse a verlo. Existen cosas que es mejor nunca ver.

Finalmente dejó de sentirlo. El enigmático ser desapareció tan repentinamente como apareció. Quizás no fue real, tal vez sí. La más extraña de las experiencias finalmente terminó. Poco a poco la ansiedad pasó y el cansancio la tomó de nuevo. Sin darse cuenta se quedó dormida una vez más.

Más tarde la luz del día iluminaba su habitación. Los colores del lugar volvían a nacer y dejando una bizarra noche atrás la joven por fin abrió sus ojos, todo estaba bien.

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